miércoles, 2 de enero de 2013

Insomnio por elección


La mera existencia de algunos sueños es abrumadora. Uno quiere un momento de descanso, de desconexión con el mundo exterior, y lo que encuentra en el universo en el cual se sumerge no es más que confusión y un páramo de ilusiones que bien pueden mecerte como destruirte. No es que la vigilia sea una mejor opción, pero, ¿no pasa que tenés miedo de cerrar los ojos y dormir puesto que no sabes con qué vas a encontrarte?
 No.
 No debería de ser así. El inconsciente juega de muchas formas con vos, pero no lo podes evitar. Le gusta atraparte, tenderte trampas, seducirte y luego romperte en mil fragmentos de cobre. Y vos, ¿qué podes hacer?
Es simple.
Nada podes hacer.
Porque te encanta.
¿Dónde quedaron esos sueños que te seguían como sombras? Pues, en algún momento de tu camino, se te adelantaron, van mucho más allá de tu mera existencia. Y vos no haces más que perseguirlos en vano, porque los amas, los deseas, querés rodearlos con tus brazos y hacerlos realidad.
No te engañes más.
Vos bien sabes que esa carrera no la vas a ganar nunca. Pero te encanta intentarlo, te encanta vivir tu “vida” tratando de alcanzar algo que nunca fue tuyo. Algo que nunca te perteneció.
¿Sabes cuál es la solución? 
¿No?
Yo tampoco. Sin embargo hay pocas certezas en esta “vida”. Como alguien dijo una vez, la única certeza en la vida es la muerte. Pero no estoy segura de que valga la pena que induzcas tu propia muerte. Quizás sí, y todo lo que escribo es tan sólo una sarta de incoherencias sin relación entre sí. Tampoco estoy segura de eso.
Ni de nada.
Solo de la muerte.
Ni de los sueños uno está seguro, ya que al despertar se duda de lo que se soñó. Usualmente se inventa parte del sueño cuando este termina. Se recrea el entorno y se agregan escenas que uno desearía (o no) que hubiesen estado ahí. Hay sueños que uno no debería molestarse por perseguir. Y con eso no me refiero a que no sigas la carrera.
Después de todo, habrá que correr más rápido para poder volar.

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Exprimí aquel putrido cerebro tuyo para que revolotee hasta acá tu vasta opinión