jueves, 31 de enero de 2013

Fragmento del fragmento de un texto perdido



-Fragmento 298-
Se desliza por su sien. Sí. Como una expresión universal de dolor. De un todo tan lleno de vacío... Como una vena que de a poco le aprieta el cuello, le saca el aire y genera puntos negros que sólo sus ojos detectan. Y no está seguro de que realmente estén ahí. Pero él los ve, los siente. Lo marean, lo destruyen...
(...)
Nada necesita para volcar su idealista sentir en una botella que ya está llena de lejía y otros ingredientes. 
¿Qué decide hacer? Tomar de la botella, agarrotar su garganta con el sabor de un corrosivo barniz vencido.
(...)
La oscuridad se le aferra con uñas y dientes, mientras que él se la sacude de encima como si de una mosca se tratase. Y es que no sabe que está ahí, prefiere vendarse los ojos ante la realidad y sumergirse en una escala de grises tan propia de su entorno esquizofrénico. 
(...)
Camino a su aposento cree distinguir una figura, pero es tan sólo una sombra de lo que una vez supo contemplar en su totalidad.
 Llega, se desnuda despacio, suspira mientras una a una sus prendas blancas y negras golpean sordamente la madera. 
 Se acuesta, primero la cola, luego la espalda, la cabeza y, finalmente, una a una, las piernas. Coloca los brazos detrás de su cabeza y pestañea unas cuantas veces. La penumbra no lo deja ver nada más allá de su nariz, negra como la tinta, si es que está ahí. Sonríe y recorre con la lengua cada uno de sus dientes. "Ubi sunt qui ante nos in mundo fuere?" susurra con firmeza. Se pone bizco. 
 Esa noche sueña en colores.

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